domingo, 9 de diciembre de 2007

Placer


Placer y más placer, esa palabra de tus labios es como una orden para mí. Así pues solo deseo besar tu cuerpo entero, hacerte mío, igual que tantas veces lo has sido y lo he sido yo de igual modo de ti. Ven a mí, así como la luna llena se posa en mi ventana. Necesito tus manos para que acaricien mi cuerpo y me vuelva a sentir mujer, como cada noche. El tacto de tu piel contra la mía en unas sábanas de raso y como tu deseo te hace gemir de gozo, acuchillando con mis labios todo tu cuerpo, arañándolo. Como en una agonía, beso tus labios devorando tu néctar y derramo mi amor por todo tu sexo. Tu voz es tan dulce, tus palabras me tranquilizan. Te deseo tanto que te veo rodando entre charcos de sangre. Pues así te lamería lenta, muy lentamente, hasta descubrir que detrás de ese color tan intenso te encuentras tú, y de nuevo tus jugosas suplicas de placer. Beso tu cuello dulcemente mientras te araño la espalda, pero tú sigues sangrando, parece que no sientes ningún dolor, sino que solo pides más y más. Igual que si fuera la última noche de tu vida y tuvieras que dármelo todo a mí. A mi ser y a mis labios que te llaman sigilosos en una oscura habitación donde la luz de velas negras y el olor del incienso reían majestuosamente.
Mis labios empiezan a chorrear sangre y la recojo dulcemente con mi lengua mientras tu minucioso, me observas. El dolor y el placer se confunden y llega la pasión para desbordarlo todo con su aroma y con su sabor.
Vuelves a hacerme el amor, cansado, pues aunque lo deseas con todas tus fuerzas no puedes saciarme, ya que mi cuerpo pide más y más hasta acabar con tu vida y hacerte un ser inmortal al igual que yo y vagar los dos juntos por el mundo amándonos.

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