miércoles, 20 de febrero de 2008

La fuerza de la sangre


Mi dolor se acrecienta más y más, ansiosa de sangre corro en la noche, al encuentro de mi tesoro, el tesoro de tus labios. Necesito tu aliento. Su sabor más allá de la muerte. Odio la luz, busco ansiosa la oscuridad de tus constantes alientos de respiración. Triste miedo me inunda lloro de amor.
Tu pasión fue deseo al llegar a mí y yo la recibí igual que recibí tu aroma y buscaba sin éxito tu sangre. Estoy demasiado débil, demasiado cansada para seguir adelante. No soporto tu distanciamiento, me siento morir. Aunque no sé si te quiero o no, pero cuando ocurren cosas así, me desespero sin el olor de tu dulce sangre cerca de mis labios que gritan deseo.
Vuelve pronto o mi vida mortal declinará, acabará en el abismo más profundo de la duda, con mis sentimientos, que ya están bastante confusos. Necesito la noche para poder moverme tranquila y tú me arrastras con tu olvido hacia la luz que solo conseguiría destruirme.
De cualquier modo no parece importarte... Te comportas como siempre, distante. Yo busco, tus labios para morderlos, para besarlos como si fuera la última vez. No alimento mi cuerpo con nada, no quiero sangre que no emane de tus venas. Sueño con tus lágrimas cayendo en mi cuerpo, así, solo así sabré que me quieres del mismo modo del que yo te quiero a ti.
Caricias y besos prohibidos a tu especie, a tu existencia, pero anhelo tus manos frotando con amor y pasión a este cuerpo que vaga más allá de la duda y del pensamiento consciente. Del sentimiento o la ilusión de cualquier humano que sea capaz de amar de cualquier manera, sin morir en el intento...