domingo, 9 de diciembre de 2007

En la bruma de la oscuridad



Aquella presencia seguía mi paso, un camino largo en el pasar de los años. Tus ojos están ahí, aun tan fríos sin sentido ni dolor. Te odio. Odio ese sentimiento inútil a mis movimientos. El sonido del violín en la noche. Oscuridad. Miedo y tras aquello, silencio y después tus ojos. Siempre tus ojos. Asesinando un color tan perdido como mi existencia. ¿Y te amo?. Quizás sea solo ilusión o deseo, pero mi pasión sigue. Tus labios acarician mi cuerpo ensangrentado. Sangre salpicando en los cristales llenos de lluvia. Intentando ahogarte. Corro tras de ti, amándote, adorando tu aroma entre la bruma. Tormenta. Un cielo negro brillante. Pasando minuto a minuto. Odio mortal, a esos ojos.
Grito por desaparecer y olvido mi estado, no soy inmortal. Corto la respiración y todo sigue igual. Nada cambia, ni esos ojos que continúan fijos en mí. Arañando una tierra podrida por los siglos. Hierros hirviendo contra un pecho herido. ¿Sientes algo parecido al amor?. Igual que un dolor perpetuo, eterno. Sigo anhelando sangre demoniacamente. Un culto a esos malditos ojos. Un corazón menospreciado. Capricho forzoso. Llorando sin sentido, ni dolor. Un alma navegando entre un mar bañado por olas de vida roja, balanceándose al ritmo de tus latidos. Una plegaría al más allá, una oración a ese ser, a esa presencia.
La cruz de un infierno de muerte. Despreciable ser, que pugna por surgir entre sus aullidos. Devorando a su paso todo resto humano. Insinúas, sentir eso, si eso eres tú, ese odio a un profundo amor. Buscando un puñal para terminar con todo. Con todo el amor.

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