sábado, 9 de febrero de 2008

A mi amante...


Mi amante... Por toda esa pasión que me das y me haces dar, por esos momentos en los que todo el mundo gira a nuestros pies envidiando ese fuego que nos abrasa en cada beso, en cada caricia, en cada gemido que consigues arrancarme con tu fuerza, con tu virilidad. Un pecado seria negar que no eres mi amante. Que no soy tu amante.
Mentiría si te dijera que necesito otro hombre. Llenas mi espacio, mi deseo, mi femineidad, mi sensualidad... Escalofríos recorren por mi cuerpo… Angustia de no poder soportar tanto placer entre mis venas. Y mi boca recorriéndote... suspirando por cada movimiento de tu cuerpo entre el mío. Amantes... siempre seremos eso amantes... Aunque el tiempo pase, aunque la vida muera. Seremos amantes. Aunque la luz se vuelva oscuridad. Amantes.

1 comentario:

BenitezDelgado dijo...

Nunca más ciertas fueron tus palabras al describir la eternidad que vivimos cuando conjugamos nuestros cuerpos en el idioma natal de nuestras almas. Sueño cada noche con que te encuentras cerca y más cerca de mí, y me despierto entre risas, porque ya te llevo dentro, y amanezco rendido a tus encantos, apretando la llave contra la almohada en tu recuerdo. Ahora me visto de esperanzas ante la tediosa distancia para volver a estar en el templo de esta religión inconfesable.