Caía la tarde y las nubes ocultaban casi la luz… A escondidas en
el jardín celestial junto al rumor del agua al caer, nos fundíamos en un abrazo
eterno. Sin darnos cuenta nos sorprendió el ángel guardián y corrimos cogidos de
la mano huyendo de su castigo. En nuestra huida llegamos hasta los límites del
cielo...
Sin mediar palabra nos miramos y saltamos juntos, era preferible
a permanecer una eternidad sin tenernos. En la caída al vacío nuestras ropas se
rasgaron fundiéndonos en miles de abrazos infinitos haciendo el amor y fue
entonces cuando al llegar al éxtasis de nuestros cuerpos… al explosionar
nuestro amor, su intensidad nos hizo arrancarnos las alas mutuamente ante
semejante placer. Mis manos devastando tus suaves plumas blancas, sin dejar de
mirarte a los ojos. Tu a mi y yo a ti.
Al golpearnos contra la
tierra nuestros recuerdos se borraron y no revivíamos nada hasta este momento,
que nuestras energías se han reencontrado de nuevo y día a día se van fusionando
en un amor puro e inocente, como aquel que vivimos cuando jugábamos siendo ángeles
en el jardín del amor verdadero. Y solo soy yo verdaderamente cuando entre
nuestros cuerpos desnudos nos elevamos con ese amor que me hace sentir que
vuelo aun sin mis alas...
2 comentarios:
Muy buenooo!!!!!
Por favor, corazón... vuelve a escribir... tú haces que uno se enamore con sólo leerte! Eres la diosa de la tinta virtual. ¿Dónde estás, reina? Regresa...
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